El iniciado a la brujería (o al mal, o al vicio) ya se ha tornado en lo que quería: un cáprido. Pero tiene tanta prisa en ejercitarse que pugna por actuar sin que su transformación haya concluido: aún tiene un pie que no es pezuña.
Le envían un recado de importancia y quiere irse a medio untar; entre los brujos los hay también troneras, precipitados, botarates, sin pizca de juicio; todo el mundo es país. [El Prado]
Con la untura de la ignorancia y la torpeza, se convierten al fin los hombres en cabrones. [Biblioteca Nacional]
-Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca-
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